El liberalismo libertario sostiene el respeto irrestricto por el proyecto de vida del prójimo basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada en un marco de igualdad ante la ley. Los liberales libertarios somos pacifistas por naturaleza. Si estos principios no hubieran dejado de aplicarse nunca en Argentina, seguramente nuestra historia habría sido otra, muy diferente de la que conocemos, porque las ideas que rigen a las personas configuran los contextos históricos y las sociedades.
El período entre el 1° de enero de 1969 y el 31 de diciembre de 1979, constituye la etapa más violenta de la organización peronista Montoneros, la marxista ERP y otros grupos guerrilleros menores de la extrema izquierda, que intentaron imponer el socialismo mediante el uso de la fuerza y de las armas. Como resultado de estas acciones el número de víctimas de la población civil resulta
apabullante: 1094 muertos, 2368 heridos y 758 secuestrados, sin contar al personal de las fuerzas de seguridad, ni de las fuerzas armadas.
El total de víctimas por delitos cometidos por los grupos guerrilleros en aquellos once años fueron 17.382, que incluyeron desde amenazas y extorsiones, a robos y daños colaterales, además de 4380 atentados con bombas, 1600 contra personas físicas y 2780 contra personas jurídicas. Estas operaciones continuaron también durante los casi tres años de democracia, entre el 25 de mayo de 1973 y el 24 de marzo de 1976, a las que también se suman las operaciones de la organización también peronista de ultraderecha conocida como Triple A, que combatían a ERP/Montoneros, utilizando métodos similares al de sus oponentes en plena democracia y al margen de la ley.
Si los principios liberales mencionados en el primer párrafo hubieran pasado a formar parte de la idiosincrasia argentina, tal como lo soñó Alberdi al redactar la primera Constitución Nacional de 1853, tampoco hubieran tenido lugar las dictaduras del siglo XX, mucho menos el Golpe de Estado de marzo de 1976 que
contó con el aval de las asociaciones empresarias, la jerarquía de la iglesia católica, parte de la prensa, la mayoría de la dirigencia de los partidos políticos tradicionales y la expectativa de un sector de la población que lo recibió con alivio.
Si las ideas de la libertad, que construyeron países aspiracionales y potencias mundiales, hubieran sido cultivadas en nuestro país, no hubiera existido el terrorismo de Estado, ni tampoco habría cifras de desaparecidos de la dictadura cívico militar para discutir (8961 según CONADEP, 13.000 según la Secretaría de Derechos Humanos, 30.000 según los organismos de derechos humanos), ni hijos de desaparecidos apropiados, ni nietos de desaparecidos por encontrar, ni Teoría de los Dos Demonios que intenten justificar todas las atrocidades cometidas durante la década de los ‘70 y principios de los ‘80.
Hoy seguimos sufriendo un Estado que ejerce la violencia a través de la inseguridad, de la doctrina garantista, de la corrupción y del enriquecimiento de la clase política a costa de multiplicar la pobreza, que crece día a día de la mano de la inflación.
La verdad duele a quienes se benefician de la mentira. Las ideas subyacentes de los espacios políticos partidarios que hoy nos repudian y se rasgan las vestiduras son las que nos trajeron hasta la realidad en la que vivimos hoy. En momentos en que el hijo del Padre de la Democracia llama a votar al peronismo y Juntos tiene a
una ex montonera como Candidata a Presidente, es fácil entender porqué nos repudian.
La Libertad Avanza Chacabuco