En la Eurocopa 2021, el Allianz Arena de Alemania se quiso iluminar con los colores del arcoiris en conmemoración al orgullo gay, pero autoridades de la UEFA no dieron el aval.
Por suerte, por valentía, por empatía, por decisión o lo que fuere – o todo junto-, un fanático alemán ingresó al campo de juego cuando sonaba el himno de la competencia, con una bandera representativa debe la comunidad. Se paró frente a un par de jugadores, tres árbitros y simpatizantes presentes. Pero sobre todo, también se paró ante los ojos del mundo.
Se le plantó a la UEFA y a la gilada. ¿Qué costaba permitir iluminar el estadio? Ideología, evidentemente.
Al fútbol se le cuestiona en muchas ocasiones sus actitudes machistas. Desde clubes y futbolistas (los verdaderos hacedores del juego), se ha comenzado a cambiar. Parece que desde las entidades aún no.
Claramente, no está permitido el ingreso al campo de juego por parte de un hincha. Justamente por esto, bienvenido enfrentar millones de miradas, a las injusticias. Bienvenida la revolución, cuando la tiranía es ley.
Por Juan I. Volpe