Aumento de violencia | ¿La Pandemia hizo a las personas más agresivas?

Chacabuco no escapa a la realidad que se vive no solo en los distintos puntos del país, sino también en el mundo. El camino hacia la ¿nueva normalidad? se viene dando en un entorno violento.

La violencia de género continúa en un nivel altísimo en Argentina con casi un femicidio al día en este 2022. Una salvaje pelea tuvo lugar en un partido de fútbol en México. Una guerra entre Rusia y Ucrania donde nadie puede asegurar los motivos lleva centenares de civiles fallecidos. Pero también se acrecentó la violencia cotidiana, en las calles, algo que se ha visto durante los últimos fines de semana en Chacabuco, por ejemplo.

De esto se desprende un análisis que incluye la hipótesis sobre la pandemia y sus consecuencias. ¿Hizo a las personas más agresivas y menos tolerantes?

Los efectos de las restricciones sociales y de la pandemia en niños y adolescentes han quedado fuera del radar a pesar de ser la población más vulnerable. Psiquiatra de niños y adolescentes, psicoanalista en el hospital Cochin de París y autora de una amplia bibliografía, Marie-Rose Moro advierte sobre las consecuencias a largo plazo de la crisis sanitaria en los más chicos.

“Hemos tardado en reconocer los efectos de la pandemia en los niños y los adolescentes. Ahora ya sabemos que son muy importantes”, explica la psiquiatra Marie Rose Moro, que ha continuado con sus consultas sin pausa durante toda la crisis sanitaria.

Las y los niños y adolescentes son las principales víctimas debido a su vulnerabilidad, no por los fallecimientos o contagios, sino porque han quedado aislados. “Tenemos entre un 20% y un 30% de aumentos de pedidos de consulta”, agrega. Cifras que se verifican a nivel global. Su vida cotidiana ha sido profundamente alterada además de que su entorno ha sido fragilizado. La falta de interacciones sociales, el encierro, la enfermedad de familiares, el duelo y las dificultades económicas dejan huellas.

En una nota publicada por Clarín, Rafael Herrera Milano, perito psiquiatra forense y profesor universitario, considera que “múltiples factores nos bajaron la tolerancia y nos volvieron más violentos. En primer lugar, hay una incertidumbre constante en relación a tres planos: el laboral y económico, la salud y también el social, pues debido a la propagación del coronavirus no se pudo visitar con normalidad a los seres queridos”.

Herrera Milano agregó que a causa de haber normalizado la anormalidad, con las restricciones y disminución de las relaciones interpersonales, se han perdido momentos irrepetibles de la vida de una persona”.

Esto trae consecuencias: “esa suma de factores desemboca en un estrés crónico que se transforma en nocivo y tiene su repercusión a nivel cerebral, orgánico, anclado en el sistema límbico, que es el que regula las reacciones emocionales“.

El problema está en que lo que antes era esporádico pasó a ser rutinario, y el cuerpo interpreta que debe vivir en una amenaza constante.

El doctor Herrera Milano explica que “todas las estructuras, cuando la vida es normal, responden a los estímulos de determinada manera. Ahora lo hacen como si viviésemos bajo una amenaza, que antes era eventual y hoy es permanente. Entonces, estas reacciones de violencia y esta disminución de la tolerancia se deben a que todas las estructuras cerebrales, que están vinculadas a la interpretación de los factores externos para generar una reacción emocional, hacen una lectura del mundo circundante como muy hostil”.

Con él coincide Flavio Calvo, psicólogo y docente universitario. “La pandemia pudo haber influido, en gran medida, en el aumento de la violencia por dos razones: por un lado, desde el principio elevó muchísimo el monto de ansiedad en las personas, es uno de los temas que más se va trabajando en los consultorios. Y ante eso hay dos reacciones: la huida y la pelea. En muchos se desarrolló esta actitud agresiva como respuesta a algo ansiógeno”.

La otra razón tiene que ver con la extensión en el tiempo de la pandemia: “La gente responde mucho más rápido por esa falta de tolerancia a la frustración que antes, en el mundo pre pandémico, estaba más desarrollada”.