El peronismo se despegó rápidamente de Fernández y lo condenó públicamente por la denuncia de violencia de género
Alberto Fernández es parte del pasado. La afirmación deambula por todo el peronismo en las últimas horas y encuentra respaldo argumental en cada uno de los sectores que componen Unión por la Patria (UP). Ya nadie cuenta al ex presidente como un dirigente capaz de estar en una mesa política de la fuerza que integra. Quizás sea una sentencia apresurada, pero responde al estado de shock en el que está la dirigencia tras la denuncia en su contra por violencia de género.
El enojo y la decepción con el ex mandatario no aparecieron ayer después de la declaración de su ex esposa Fabiola Yáñez ante la justicia federal. Viene de hace tiempo. El punto de inflexión de su gestión presidencial fue un hecho del que participó la ex primera dama: la fiesta de Olivos. A partir de ahí los cuestionamientos se acumularon y su entorno político se fue achicando hasta quedar reducido a unas pocas personas de confianza.
El agotamiento sobre la figura de Fernández llegó a su pico máximo cuando su ex mujer lo denunció por maltratos físicos y psicológicos. Abrió una etapa de críticas desnudas, sin filtro y con rencor. Le cayeron, en la factura de la dirigencia peronista, todos los males sobre su espalda. Lo que hizo mal y lo que no hizo. Todo se lo revolearon por la cabeza en el momento de mayor exposición y debilidad. Promesas incumplidas, decisiones dilatadas y grandes limitaciones para liderar desde su rol de presidente.
En UP se despegaron con rapidez y contundencia de la denuncia en la que quedó envuelto el ex Jefe de Estado. Las mujeres de La Cámpora sacaron un duro comunicado apoyando a Fabiola Yáñez, el bloque de diputados presentó un proyecto para condenar la violencia de género y la rama femenina del Frente Renovador condenó los hechos de violencia denunciados y aseguró que en estos casos “no existe color político”.
El peronismo siente también, en todas sus vertientes, la decepción de un proyecto político que fracasó. De una presidencia que se desgranó rápidamente y de un liderazgo político que falló desde el minuto cero. Y entre tantas sensaciones negativas advierte que será difícil volver a ser una opción atractiva.
Aún falta escuchar la voz de Cristina Kirchner, que en el momento en que se conoció la denuncia contra Fernández estaba en México. Por ahora hay silencio absoluto sobre el tema. Pero la ex presidenta es impredecible. Nadie sabe cuándo va a hablar y qué va a decir. De regreso en la Argentina, parte de la atención respecto al caso, se centrará en su silencio o en sus expresiones.